Riesgo de desastres industriales
Serafín
Flores de la Cruz
El ensayo tiene el objetivo de discutir en lo general el concepto de riesgo. En este debate, dos de las figuras principales, desde la Sociología, son Ulrich Beck y Niklas Luhmann. Para Beck (2006, p. 18), en la base de esto se encuentra la idea de que somos testigos de una fractura dentro de la modernidad, la cual se desprende de los contornos de la sociedad industrial clásica y acuña una nueva figura. Beck le llama a esta figura la sociedad (industrial) del riesgo. Por su parte, Luhmann (2006, p. 131) afirma que la razón por la que la problemática del riesgo provoca tantas discusiones en nuestros días, por la que inclusive se considera una sociedad del riesgo (en alusión a Beck), tiene que ver fundamentalmente con la velocidad del desarrollo tecnológico en esferas que son científicamente de la competencia de la física, la química y la biología. Luhman (2006, p. 49) opina que, sin tomar posición en este radicalismo, la sociología se ha hecho cargo también, finalmente, del problema del riesgo o, por lo menos, ha reclamado para si la palabra riesgo y en él ha encontrado la oportunidad de dar contenido nuevo a su antigua función: la de alarmar a la sociedad. Esto último es una postura crítica de Luhman hacia la perspectiva de Beck.
Ojeda y López, (2017,
p. 107), señalan que el riesgo es una construcción compleja entre el daño, las
pérdidas económicas y sociales y la amenaza y la vulnerabilidad. Si
establecemos una relación de esta contribución con las dinámicas
económico-productivas industriales, se puede decir que el riesgo debe
considerarse como la posibilidad y probabilidad de desastres industriales
definidos como una situación en la que se pueden ocasionar daños y pérdidas de
los bienes materiales y/o daños sobre la salud y la vida de las personas, por
fallas humanas en el mismo proceso de producción o a partir de la exposición
prolongada a ambientes contaminados. En ambas situaciones, se da una ruptura
con lo normal y, tal como lo señala Luhmann (2006, pp. 37-38), su explicación
no puede dejarse al azar. Esta ruptura de lo normal es el punto de partida de
la construcción de la noción de riesgo. Las personas, se supone, no esperan que
suceda un evento catastrófico, pues ellos consideran, de acuerdo a Luhman (2006,
p. 148) que la técnica funciona, es decir: suponen que el motor del automóvil
enciende. Sin embargo, si en lugar de encender sucede un hecho fortuito como
una explosión por un corto circuito o sobreacumulación de combustible, lo
normal desaparece y se pasa a la situación extraordinaria no considerada y ante
la cual se requiere una respuesta del sujeto o los sujetos que la viven.
En este sentido,
discutir sobre el riesgo industrial es discutir sobre lo que aún no ha sucedido
pero que puede suceder. Como lo señala Evans (1994), cuando hablamos de riesgo
nos referimos a algo que puede ocurrir en el futuro. Continua la autora
afirmando que la experiencia de la situación actual puede cambiar,
convirtiéndose en una futura tragedia o desgracia. Los escenarios de riesgos,
hacen alusión a aquel entorno en el cual se pueda evaluar la probabilidad de
ocurrencia de un evento y sus consecuencias (Motta, Ustariz, Ordoñez, 2018, p.
24). El riesgo, al ser probabilidad y posibilidad es algo que no existe en la
realidad, sino como construcción social de las personas, ya sea desde el
cálculo científico realizado por los expertos (probabilidad) o desde la
cotidianidad de la gente que vive en contextos vulnerables (posibilidad) y que
identifica estas posibilidades de ocurrencia del daño. Estas dos perspectivas
son diferentes. Evans (1994, p. 9) señala que los expertos pueden tener un
concepto de futuro diferente de las personas que viven el riesgo. Por supuesto,
esto concede relevancia a los estudios del riesgo desde la perspectiva de la
gente que lo vive, ya sea que se estudie desde la percepción social o desde la
representación social. Finalmente, como lo afirma Larrea, Muñoz y Mascaró
(20017, p. 227), la retórica de la salud se ha construido a partir del reconocimiento
de la experiencia del dolor y la enfermedad. Luhman (2006, p. 51) señala al
respecto que, por razones epistemológicas, no se puede partir de que existe un
objeto llamado riesgo, al que habría de distinguir y estudiar. Lo que Luhmann
parece indicar con esta afirmación es que el objeto de estudio se desplaza a
las relaciones sociales, en el seno de las cuales se construye la noción de
riesgo y, ello, nos llevaría a la idea de que el riesgo se construye
socialmente. En este sentido, una parte importante en el estudio del riesgo es
considerar el punto de vista de las personas, de tal manera que se pueda
conocer la forma en la que lo viven y explican. Luhman (2006, p. 37) se refiere
a esto con la pregunta que se plantea sobre cómo la sociedad explica y trata
las divergencias de lo normal, los accidentes o las sorpresas.
Aun cuando los desastres
industriales han tenido graves repercusiones sociales y económicas, son pocos
los estudios científicos que muestran la perspectiva de la gente sobre estos.
La mayoría de los datos son los que se encuentran en la prensa local y nacional
que los documenta. Se han realizado, en su mayoría, estudios de los desastres
naturales y sobre las implicaciones ambientales de los desastres industriales. Hace
falta un acercamiento a la perspectiva de la gente que ha vivido esos
desastres, con el objetivo de fortalecer, en términos de la pertinencia social,
la toma de decisiones para el diseño de políticas que atiendan estas
situaciones de vulnerabilidad social en regiones industriales.
Se ha llegado, entonces, a un punto en el cual se plantea la pregunta
acerca de la racionalidad que asiste a las personas cuando eligen vivir en un
contexto espacial expuesto a desastres industriales y daños a su salud. En este
escrito, se parte del supuesto, de que la racionalidad determinante para que la
gente viva y reconozca el riesgo, es aquella construida a partir de sus
necesidades de subsistencia para la reproducción biológica y social. Para
Mansilla (1993, p.2), la problemática de los desastres no ha sido considerada
en toda su magnitud y opina que se carece de una idea clara de lo que significa
vivir en una zona de alto riesgo y convivir cotidianamente con desastres de
diverso orden. En este texto se plantea, desde este punto de vista, que la
forma en la cual las personas perciben y se representan el riesgo, serán las
formas en las que comprenden, entienden y explican sus realidades inmediatas,
es decir, sus situaciones sociales.
En su no existencia,
el desastre como riesgo, no tiene temporalidad ni espacialidad, aunque,
investigaciones como las de Gómez,
Cáceres y González (2020, p. 43) indican que la gente percibe a los desastres
de las actividades humanas como evitables. Es decir, se puede tener la idea de
que algo puede ocurrir, por la vivencia de experiencias anteriores y que tendrá
efectos sobre la corporeidad de las personas y sus bienes materiales, pero no
se puede determinar de manera exacta el tiempo y lugar de la ocurrencia de
aquello que se ha dado en llamar catástrofe o desastre. La razón, opina Luhmann
(2006, p. 97) es que con el término riesgo se determina una forma de
problematización del futuro, es decir, una forma de trato con el tiempo.
Para efectos del
estudio del riesgo, este trabajo propone abordarlo desde el punto de vista de la
percepción. El riesgo del evento catastrófico, al ser construcción social como posibilidad
y probabilidad, dependerá de que las personas lo perciban como tal. La
percepción, de acuerdo con Barthey (1982 en Arias, 2006, p. 10), es una forma
de pensamiento como una conducta inmediata. Es decir, la percepción puede
considerarse como una elaboración de juicios o valoraciones inmediatas a partir
de la experiencia (pasada y presente) de las personas. A raíz de lo que
conocen, saben y viven, las personas emitirán un juicio sobre su situación de
vida. De esta manera, la percepción se refiere al juicio inmediato que las
personas realizan sobre su situación social o sobre su realidad inmediata a
partir de sus experiencias de vida.
De esta manera, la percepción
social se refiere a la forma en la cual los sujetos comprenden, entienden y
explican esas mismas situaciones, permitiéndoles actuar dentro de sus
realidades inmediatas. Por ello, se concluye que es necesario realizar estudios
que permitan conocer la percepción social del riesgo, así como la forma en la
cual se lo explican socialmente los sujetos.
Referencias
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