El nivel de alfabetización digital como factor determinante del bienestar emocional de los estudiantes universitarios

Por: Leticia López Cázares

El bienestar emocional se ha convertido en un tema recurrente entre mis estudiantes de licenciatura e incluso entre mis colegas dentro de las instituciones en donde colaboro. Hablar de salud mental, de “estar bien”, de tener “paz mental” actualmente, es tan importante y les resulta tan interesante como el conversar de cualquier otro tópico que esté de moda; sea de la inteligencia artificial, la dependencia a las redes sociales, los influencers que están dictando cómo se llevan a cabo las cosas en el mundo virtual, la inmediatez o de un sin número de temáticas que se podrían mencionar.

Por lo que se refiere a la alfabetización digital, este es un término un tanto más manipulado, ya que conforme han pasado los años se le han dado diferentes acepciones, pues si bien se conoce aproximadamente desde 1997, en ese momento se consideró como “la capacidad de comprender y utilizar información en múltiples formatos de una amplia gama de fuentes cuando se presenta a través de un ordenador” (IFT, 2022, p.5); sin embargo, con el paso del tiempo se ha enriquecido y adaptado a las necesidades que van surgiendo en el contexto, especialmente con los avances tecnológicos de las últimas décadas.

Mis estudiantes tocan el tema del bienestar emocional, porque les parece indispensable sentirse bien para poder funcionar mejor en el día a día, así como también para tener un mejor desempeño en la escuela, presentar mejores trabajos o realizar mejores búsquedas de información e incluso tomar mejores decisiones en cuanto a lo académico, sin dejar de lado lo personal, que en casi todas las ocasiones dicta completamente su ánimo y disposición para el trabajo. Además, esperan que sus profesores tengan la empatía suficiente para entender que están indispuestos para la clase, para una entrega en ciertos horarios o simplemente porque se sienten agobiados por las responsabilidades que tienen. Esto hace que uno, como profesor, reflexione con respecto a las formas en que estos estudiantes pueden hacerse la vida más amena en su realidad actual, desde ese uso excesivo que a veces tienen de los dispositivos electrónicos, en donde se conjugan un sinfín de situaciones que pueden hacerlos sentir bien o, por el contrario, quitarles esa paz que, supuestamente, tanto buscan. Es decir, este uso puede no ser solo para el entretenimiento que bastante ayuda, sino que también académicamente se pueden explotar diferentes herramientas digitales, que facilitan su experiencia y estancia como estudiante, del nivel que sea.

 Es cierto que a algunas personas se les facilita esta interacción con la tecnología y que no solo tiene que ver con el uso adecuado de los dispositivos, sino también con la habilidad para utilizar de manera creativa y crítica las TIC, refiriéndose por ejemplo a la resolución de problemas, el pensamiento crítico, la creatividad, entre otras. Además, las personas pueden desarrollar sus habilidades y conocimientos a lo largo del tiempo y los niveles de alfabetización digital pueden variar según el contexto en el que se utilicen estas TIC.

Según Tinmaz, Lee, Fanea-Ivanovici & Baber (2022), la alfabetización digital es uno de los desafíos de la integración de la tecnología en los cursos académicos, y en la literatura actual ha sido definida como “las competencias y habilidades necesarias para navegar en un ecosistema de información complejo y fragmentado” (p.2) Al ser un concepto complejo, se tiene que tener el cuidado al consumir, producir y participar en el ecosistema digital, ya que se requiere leer, interpretar, saber comunicarse, pero no nada más de forma “tradicional”, sino con los códigos, medios y formas que demanda el mundo digital, ya que esto da paso al desarrollo del pensamiento crítico, al favorecimiento de una buena toma de decisiones y también al hecho de que la persona sea consciente de su huella digital, ya que, con el uso seguro y crítico de las TIC, se promueve la responsabilidad al consumir y también compartir datos. De la misma manera, se podría asumir que un estudiante que está alfabetizado digitalmente tendría una mayor probabilidad de que sus niveles de estrés académico se redujeran, al tener la capacidad de resolver problemáticas gracias a las habilidades que tiene desarrolladas o al hecho de “refugiarse” en las TIC, con fines de entretenimiento, que le permitieran reducir esos niveles de tensión.

En este orden de ideas, y retomando el bienestar emocional, entonces se debe reconocer también que las emociones son componentes fundamentales para el funcionamiento del individuo, dado que constituyen una respuesta del cuerpo para adecuarse al ambiente. Blanco y Blanco (2021, p. 23) nos dicen que “las emociones indican la necesidad de huir o de luchar, así mismo coadyuvan al establecimiento de las relaciones sociales, impulsan a las transformaciones cuando son necesarias, y posibilitan el aprendizaje”; por ello, a la par, hablar del bienestar emocional es necesario, ya que en los marcos de competencias del siglo XXI la dimensión emocional está presente, enfocada en la gestión de las emociones y la construcción de relaciones saludables en este ecosistema digital.

Ahora bien, si se habla de la viabilidad, tomando en cuenta que el objetivo principal es el de determinar la relación entre el nivel de alfabetización digital y el bienestar emocional de los estudiantes universitarios, esta investigación se considera relevante y viable porque la alfabetización digital es una habilidad esencial en la actualidad pues las tecnologías se utilizan en todos los ámbitos de la vida, incluido por supuesto, el ámbito educativo; además de que es necesaria la actualización constante en el ámbito tecnológico, ya que, por ejemplo, la inteligencia artificial y todo lo que se desarrolla a partir de ella, provoca nuevos retos tanto para los docentes como para los alumnos y, al mismo tiempo, también puede generarles estrés al no saber el uso adecuado que se le puede dar a esta herramienta, en vez de satanizar su utilización en las aulas de clase.

Ser alfabeta digital permite que el proceso formativo de las personas sea más llevadero, que se entienda y utilice la información para apoyar el aprendizaje y también la productividad, y que se logre un progreso tanto personal como social y profesional, mucho más palpable y completo. Ahora bien, el bienestar emocional es un factor importante para el éxito académico y profesional, y de manera general, para tener una mejor calidad de vida e influye en la capacidad de afrontar desafíos, mantener relaciones interpersonales saludables y tomar decisiones informadas y equilibradas. Además, promueve una mayor autoestima, reducción del estrés y una sensación de satisfacción y plenitud en diversas áreas de la vida. En definitiva, una buena salud emocional es fundamental para desarrollar todo nuestro potencial y disfrutar de una vida más completa y feliz.

A partir de la experiencia en grupos a nivel licenciatura y posgrado, es evidente la diferencia existente entre aquellos estudiantes que dominan las TIC, cuyos niveles de motivación son más elevados, que tienen habilidades y competencias más desarrolladas, versus aquellos estudiantes a los que les cuesta más trabajo el mundo tecnológico, el pensamiento crítico e incluso la resolución de problemas, al nivel educativo en el que se encuentran y que, claramente, también influye en su bienestar emocional, pues el ánimo decae fuertemente al enfrentarse a sus resultados académicos, cuando estos no son como ellos esperaban que fueran. Al determinar si existe esta relación la intención sería proponer estrategias diversas que desarrollen las habilidades necesarias para cumplir con lo esperado según el nivel educativo en donde se encuentran los estudiantes.

Por ello, se considera que la relación entre estas dos variables es notable, ya que podría tener implicaciones para el desarrollo de estrategias educativas y de bienestar, que pudieran dar una nueva perspectiva a la importancia de desarrollar habilidades digitales que permitan asegurar el manejo o disminución del estrés académico, la resolución de problemas y, por supuesto, que promuevan el éxito académico y profesional de los estudiantes.


 

Fuentes de consulta:

Blanco, M.A. y Blanco, M.E. (2021) Bienestar emocional y aprendizaje significativo a

través de las TIC en tiempos de pandemia. Revista Ciencia UNEMI. 14 (36), 21-33. https://doi.org/10.29076/issn.2528-7737vol14iss36.2021pp21-33p

 

Instituto Federal de Telecomunicaciones (2022) Programa de alfabetización digital. https://www.ift.org.mx/sites/default/files/contenidogeneral/usuarios-y-audiencias/alfabetizaciondigital2022e.pdf

 

Tinmaz, H., Lee, YT., Fanea-Ivanovici, M. et al. (2022) A systematic review on digital literacy. Smart Learn. Environ. 9, 21. https://doi.org/10.1186/s40561-022-00204-y

Comentarios

  1. Lety: gracias por su contribución en este ejercicio académico.
    Sin ninguna duda el tema de alfabetización digital o tecnológica es de particular interés, no solo por lo que técnicamente supone tendría que ser un derecho y una competencia que como ciudadanos se tiene, sino porque la falta de ella, es justamente lo que está incidiendo en los problemas de salud mental que observan los jóvenes hoy día. Que bueno que en su institución se ha hecho visible por parte de los estudiantes el interés por la salud mental en el contexto del uso de las tecnologías, por lo que parece habrá condiciones para que institucionalmente se procuren estrategia que contribuyan a cambiar las malas prácticas y hábitos que hoy reportan estudios a nivel global, donde el resultado son problema mentales severos. Ya veremos conforme avanza cómo vamos alineando y fortaleciendo su inquietud. Saludos

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